Sororidad
Existen distintas maneras de generar cambios fundamentales en el mundo. Distintas formas de generar una revolución. La historia nos ha mostrado que las estructuras de poder pueden removerse con acciones abruptas, pero los últimos años nos han señalado que también podemos generar puntos de inflexión trascendentales con acciones silenciosas pero, significativas y potentes. Una de ellas, es la sororidad.
Los relatos incompletos que describen a una mujer, dicen que somos celosas y competitivas entre nosotras. Este es un juicio sesgado, porque existe una gran diferencia entre “ser”, esto es, fluir desde aquello que nos es inherente y “actuar según lo aprendido”, es decir, repetir patrones que nos fueron enseñados. Es un profundo error decir que somos de alguna forma predeterminadas por nacer mujeres, y también un feroz acierto rebelarnos en contra de aquellos mandatos sociales que nos ordenan a ser y estar de una forma que no nos hace sentido e incomoda, pero que resulta útil para terceros.
La sororidad, entendida como solidaridad, complicidad de actuar entre mujeres, surge entonces como un acto revolucionario y desequilibrante de la actual distribución de poder. Desde niñas, nos enseñan a competir por belleza, y siendo adultas, nos excluyen del mundo laboral, académico, científico, tecnológico y político para luego abrirnos una puerta diminuta, antecedida por un camino lleno de obstáculos que, en el mejor de los casos, termina en una olla dorada con migajas de un par de privilegios que disputamos con uñas y dientes. Así es como nos dividen, así es como nos separan y enemistan. Pero entender esta construcción nos despierta e impele a generar una alianza que, en palabras de una gran mujer que entrevisté esta semana, “reconozca que nuestro yo, es solo una variable. Cuando miras otras variables, agregas a otras y otros, agregas otros yo. Ése es el principio de la equidad”. Porque la sororidad, no es una moda de camaradería, sino una herramienta indispensable para combatir la inequidad que, sabemos, no es sustentable ni sostenible. Ni para el planeta, ni para la humanidad, de la que las mujeres, somos el 50% del total.

La sororidad, entendida como solidaridad, complicidad de actuar entre mujeres, surge entonces como un acto revolucionario y desequilibrante de la actual distribución de poder.
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